Tres de las víctimas del ISIS arrodilladas frente a los terroristas, poco antes de ser decapitadas.

De esa escalofriante cifra, 1.945 son civiles, entre ellos 77 niños y 103 mujeres, que perdieron su vida tiroteados, decapitados, degollados, lapidados, lanzados desde edificios elevados o quemados.

La organización yihadista perpetró esos asesinatos en las provincias de Deir al Zur (este del país), Raqqa (noreste), Al Hasaka (noreste), Alepo (norte), Homs (centro) y Hama (centro).

Entre los civiles figuran más 930 miembros del clan árabe sunita Al Shuitat, que fueron asesinados en el este de Deir al Zur; 223 civiles kurdos del enclave kurdo de Kobane, en el norte de Alepo; y 46 musulmanes ismaelíes y alauíes (dos ramas del chiísmo), de la aldea de Al Mabuya.

También murieron a manos de los yihadistas 247 rebeldes de distintas brigadas, milicianos kurdos y miembros del grupo yihadista rival Frente al Nusra (la filial de Al Qaeda en Siria).

El grupo terrorista también ejecutó a 415 de sus propios combatientes por espionaje y colaboración con la coalición internacional, o por intentar huir.

Por otro lado, mató a 975 oficiales y efectivos del régimen sirio, incluidos milicianos leales, después de ser capturados en combates o puestos de control.

Un hombre en una jaula de hierro, poco antes de ser incinerado vivo por los terroristas.

La cifra incluye a dos militares que huyeron del Ejército sirio, que no pertenecían a ninguna facción insurgente y que fueron encontrados culpables de apostasía, por lo que sus cadáveres fueron atados a postes en la plaza de una aldea de Deir al Zur.

Por último, el ISIS asesinó a siete personas, entre ellos un menor, por colaborar con el régimen sirio, pertenecer a las fuerzas de Damasco y luchar contra el Estado Islámico.

El grupo terrorista proclamó a finales de junio de 2014 un califato en Siria e Irak, donde ha conquistado partes del norte y el centro de esos países.