2019-05-23 | 08:46
Crisis venezolanaLos soldados venezolanos que cruzaron a Colombia se sienten abandonados
LaVozpy.- Forman un ejército de decepcionados, de frustrados. Cruzaron la frontera para unirse a la cruzada de Juan Guaidó, dejaron atrás todo y pusieron sus vidas en riesgo, y tres meses después les anuncian que se deben unir a la legión de simples emigrantes. Su gobierno interino, de acuerdo con el colombiano, les ofrece un permiso para buscar trabajo en Colombia o seguir ruta hacia Chile, el destino favorito para empezar de nuevo. Volver a Venezuela es impensable, les aguardan 30 años de cárcel por "traición a la patria y terrorismo".
Son setecientos, entre militares y Guardias Nacionales, y trescientos familiares que les acompañan. ACNUR, el gobierno colombiano y, en menor medida, la embajada de Guaidó en Bogotá, les han proporcionado alojamiento y comidas en hoteles, pero unos desalojos por retrasos en pagar las habitaciones, unido al descontento ante la falta de dinero en el bolsillo y, sobre todo, no tener un norte claro, han minado la moral y ahondado el descontento.
"NO TENÍAN UNA MISIÓN PARA NOSOTROS"
"La verdad es que no tenían un programa para nosotros, nos dejaron tirados como a perros", indica un teniente que aún mantiene la esperanza en Guaidó pese a que su delegación diplomática apenas les ha prestado atención y aún debe una fuerte suma al hotel Ácora, como constató este diario. "Es ACNUR y el gobierno colombiano los que más nos han ayudado".
Sentirse abandonados y sin una misión que cumplir no es su única angustia. "Ellos creen que con un plato de comida y alojamiento estamos bien. Pero tenemos niños pequeños y necesitamos leche, pañales, y no hay con qué comprarlos", se queja la mujer de un suboficial, madre de un pequeño de dos años. "Gracias a una ONG gringa, 'Mission Blessing', que nos proporcionó en una ocasión lo necesario para los hijos, pero seguimos teniendo necesidades". Y no cuentan con un colchón familiar porque los que quedaron en Venezuela se encuentran en una situación peor.
sus funciones. Antes de acabar el mes deben decidir si permanecen en Colombia, donde además de un permiso para trabajar en lo que sea, excepto en seguridad, reciben un paquete de ayudas de tres meses, idénticas a las de los damnificados de desastres naturales. También les ofrecen un salvoconducto y 400.000 pesos si prefieren seguir a otro país, suficiente para plantarse en Ecuador pero no para cubrir el trayecto a Chile, donde se encuentran los sargentos Torres y Lizcano que El MUNDO entrevistó en febrero, según diversas fuentes. O solicitar refugio ante el Ministerio de Exteriores, la opción menos apetecida.
"No estoy arrepentido por lo que hice ni me siento traicionado por Guaidó, pero no entiendo el propósito de enviar el mensaje de que los militares nos pusiéramos en el lado correcto de la historia si no había una misión definida para nosotros", le dice a este diario un teniente de la Guardia Nacional, de 24 años, con tres en el Cuerpo. "Nuestro caso debilita el apoyo que le brinda el pueblo".
Varios militares e integrantes de la Guardia Nacional entrevistados, que mantienen contacto con compañeros en Venezuela, aseguran que su situación ha causado desánimo y detenido el flujo de deserciones. "Cuando vieron en redes sociales los vídeos de cómo los echaban de los hoteles por falta de pago, en el cuartel donde yo estaba decían, ¿para que voy a un país a que nos corran como a perros?", rememora una teniente que debió salir de Venezuela hace un mes, tras permanecer cinco días detenida solo por sospechar de ella. A la mala experiencia de los que salieron, le suma el fallido golpe del 30 de abril. "Nadie apoyará nada mientras no lo encabece un oficial de peso. Solo con Guaidó no sirve".
Fuentes policiales colombianas, consultadas por El MUNDO, estiman en unos doscientos los militares con hojas de servicio impecables que cruzaron la frontera por patriotismo. En el medio millar restante presumen que hay razones de todo tipo. Pero coinciden en que el llamamiento "a ponerse en el lado correcto de la Historia" fue confuso y ha resultado contraproducente.
"Dimos un paso para ser héroes y ahora nos obligan a dar otro para ser cobardes porque no podemos hacer nada por la libertad de Venezuela", aduce con tristeza otro teniente, que, al igual que el resto, pide anonimato, ya no quieren dar la cara. "Más que frustrados, estamos tristes, uno tiene su buena carrera militar y de la noche a la mañana, no somos nadie. No fue lo que esperábamos".
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