La VoZ digital | “En Brasil estamos preparados para lo peor”

2020-06-29 | 05:57

Coronavirus

“En Brasil estamos preparados para lo peor”
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Gentileza. Gentileza.
El mundo posa sus ojos sobre Brasil por su triste récord de contagios y muertes por coronavirus. Pero también, por la particular actitud tomada por su presidente, Jair Bolsonaro. Con más de 1,3 millones de casos y más de 55 mil muertos, ocupa el segundo lugar de los países a los que este virus está poniendo de rodillas. Le antecede Estados Unidos, que se convirtió en el epicentro de la pandemia, con más de 2,4 millones de casos.

En Brasil, los cinco Estados con más casos de COVID-19 son: San Pablo, Río de Janeiro, Ceará, Pará y Maranhão. Mientras que los que tienen el mayor número de muertes son los cuatro primeros, más Pernambuco.

En una entrevista con Infobae, el prestigioso médico intensivista brasileño Alberto Hil, quien se desempeña en el Hospital Universitário Walter Cantídio, perteneciente a la Universidade Federal do Ceará, en Fortaleza, contó en primera persona cómo es el drama que vive su país.

-¿En qué momento recuerda que empezó a preocuparse con la llegada del COVID-19 a Brasil?

-Me acuerdo muy bien porque quedó grabado en mi memoria. Vivo en Fortaleza y estamos muy cerca de Europa: muchos vuelos llegan a Brasil a través de esta ciudad. Un día llegué al hospital y noté que en Emergencias había muchas más personas que de costumbre. El coronavirus ya había llegado a San Pablo y a Río de Janeiro. Entonces, tuve una sensación distinta.

Lo primero que hice fue llamar por teléfono a mis padres, que son ancianos. Les pedí que no salieran de su casa y que no recibieran a nadie, porque estaba seguro de que el virus ya estaba en Fortaleza. Eso fue un viernes y al domingo siguiente, el Gobierno anunció que había 3 casos en Fortaleza. Esto me llamó la atención, ya que 10 días después mis padres, de 75 y 83 años, fueron diagnosticados con COVID-19. Me pregunté cómo podrían haberse contagiado, ya que estaban aislados desde antes de la llegada de los primeros casos al país.

El 15 de marzo, llegaron los primeros casos a Fortaleza y mis padres estuvieron dentro de esos casos. Mi sorpresa era total. Antes de saber del contagio, había llamado a mis cuatro hermanos para pedirles que ninguno fuera a verlos. Todos cumplimos y quedaron completamente aislados. Sin embargo, llamé todos los días a mis padres para ver cómo estaban y qué necesitaban para satisfacer sus necesidades diarias. Pero me decían que no era necesario que fuera, porque podían hacer las compras dentro del mismo condominio donde viven.

Dos días antes de empezar con los síntomas de COVID-19, mi padre se había aplicado la vacuna para la influenza. Luego vino la fiebre, por eso, le pedí que tomara mucha agua. Su respuesta me sorprendió: me dijo que no estaba tomando porque no sentía sabor a nada, un síntoma típico de esta enfermedad. En ese momento, supe que mi padre estaba enfermo de COVID-19.

No quise asustar ni a mi madre, ni a mi padre. Entonces, inventé a una pequeña historia para poder ayudarlos. Les dije que todas las personas se estaban haciendo el test, así que accedieron y se confirmaron mis sospechas: ambos estaban contagiados. Mi madre no tuvo ningún síntoma. Mi padre tuvo fiebre y anosmia. Felizmente, ninguno quedó con secuelas.

Los llamaba varias veces por día y hacía videollamadas para evaluarlos. Los traté como si fuera una gripe hasta que tuvimos el resultado positivo del test. Cuando llegaron al día 11 de la enfermedad, como no tenían tos ni falta de aire, me quedé con ellos en su casa. Me ocupé yo mismo de su tratamiento y recuperación.

Creo que algo los ayudó: se contagiaron cuando los casos recién estaban empezando a aparecer en Brasil y todavía había camas disponibles en los hospitales. A los pocos días, todos los centros de salud estaban colapsados. Un día, 4 hospitales privados en Fortaleza tuvieron que cerrar las puertas, porque ya no tenían camas disponibles.

En Fortaleza, el coronavirus tuvo una característica especial. En primer lugar, las personas contagiadas fueron las de clase alta, que se infectaron en sus viajes a Europa y los Estados Unidos. Pero después, comenzó la transmisión comunitaria. Estuvimos muy cerca de llegar a la situación de Italia, España e incluso Nueva York, donde hubo que racionar las camas y los respiradores, pero afortunadamente pudimos equiparnos bien y no nos pasó. Ahora estamos en una meseta y en una disminución de casos. Sin embargo, en el interior de Ceará, aún quedan muchos casos.

 

 

Fuente INFOBAE