2020-09-13 | 07:53
Coronavirus“No hay razones científicas ni de salud pública para mantener las escuelas cerradas"
En una entrevista con Infobae, se refirió a estos temas, al desarrollo irregular de la vacuna y a la naturaleza de la enfermedad: “Era inevitable que el contagio alcance a todo el mundo, nadie debe sentirse mal por eso, porque era sencillamente imposible mantenerlo afuera”.
—En un artículo publicado en abril, dijo que como el COVID-19 opera de manera diferenciada según la edad, las medidas para contenerlo también debían ser diferenciadas, y que, de lo contrario, se perderían vidas innecesariamente. ¿Podría explicar por qué un confinamiento general causaría más muertes que una estrategia diversificada por edades?
—Hay muchas cosas que no sabemos del COVID-19, pero una cosa que sí sabemos es que hay una enorme diferencia en la mortalidad según la edad. No es que los jóvenes no se contagien, pero son principalmente los mayores quienes mueren por esta enfermedad. Las personas de más de 70 años tienen un riesgo de morir mil veces mayor que los niños. De hecho, entre los más chicos, el COVID-19 es más leve que la influenza estacional. En cambio, entre los mayores, es mucho peor que la influenza. Si no se toma ninguna medida se va a infectar la misma proporción de cada grupo etario hasta llegar a la inmunidad de rebaño. Y, si se aplica una cuarentena general, universal, también habrá jóvenes y viejos infectados. En ambos casos hay muchas personas grandes contagiadas y, por eso, muchas muertes. Sin embargo, si protegemos a los mayores y a otros grupos expuestos a grandes riesgos, pero los más jóvenes viven con normalidad, cuando alcancemos la inmunidad de rebaño tendremos más contagiados entre los jóvenes y menos entre los grandes. Entonces, la mortalidad total será menor. La clave para mantenerla baja es proteger a los mayores mientras la pandemia está asolando, asegurándose de que no se prolongue demasiado, porque entonces ya no se los podrá cuidar. Solo es posible hacerlo exitosamente por una cierta cantidad de tiempo.
—¿Eso significa que para prevenir más muertes es importante alcanzar cierta inmunidad lo antes posible?
—La inmunidad de rebaño es inevitable, así que no hay razón para posponerla a propósito. Sí sirve para no sobrecargar el sistema de salud, así que aplanar la curva al comienzo de la epidemia fue una buena meta y casi todos los países tuvieron éxito en eso, salvo el norte de Italia, parte de España y quizás algunos otros. Eso fue muy importante, porque permitió que todos los enfermos reciban el tratamiento adecuado. Pero más allá de eso, no hay motivo para empujar la pandemia hacia el futuro. Uno podría argumentar que si se la pospone algunas personas que hubieran muerto ahora sobrevivirían algunos meses más, pero eso no se sostiene como razonamiento de salud pública, porque al empujar hacia adelante la población va a envejecer seis o 12 meses, lo que significa que todos van a tener un riesgo levemente superior más tarde. Por otro lado, en temas sanitarios no relacionados con el COVID, como el cáncer, demorar los chequeos significa no detectar casos. Alguien que podría haber sobrevivido 10 o 20 años, podría terminar muriendo en tres o cuatro por no haberse hecho el monitoreo a tiempo. Además, la vacunación de los niños está en baja, y hay problemas cardiovasculares y de salud mental que están siendo agravados por las cuarentenas, y que son mucho más severos cuanto más se prolongan.
La inmunidad de rebaño es inevitable, así que no hay razón para posponerla a propósito
—De acuerdo con su propuesta, entonces, el escenario más seguro sería que los jóvenes salgan y corran riesgos, y los mayores se queden en sus casas. ¿Se puede considerar justa esa estrategia para los mayores, o imponer restricciones por edad podría ser visto como una forma de discriminación etaria?
—Es el COVID-19 el que discrimina por edad porque los mayores enfrentan riesgos muy superiores. Pero supongo que la discriminación en las medidas puede verse de dos maneras. Por un lado, como que los mayores tienen que quedarse en sus casas mientras que los jóvenes pueden vivir sus vidas normalmente. Y eso se podría hacer voluntariamente o a través de medidas legales. Por ejemplo, los bares tienen restricciones por las que hay que tener más de 21 años para entrar, así que se podría restringir el ingreso a los mayores de 60 años. Por otro lado, también podría verse como una discriminación contra los jóvenes dejar que los mayores se queden seguros y protegidos, mientras que ellos tienen que correr un riesgo, que es pequeño, pero que sigue siendo un riesgo, para generar la inmunidad que eventualmente protegerá a los mayores. Creo que la discrimininación por edad puede ir en ambas direcciones. En lo que respecta a los jóvenes, cuando hay una guerra se los envía a ellos, así que esa también es una forma de discriminación etaria. Por supuesto, el riesgo del COVID-19 es mucho más bajo que ir a la guerra.
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