2020-10-17 | 13:19
Ministerio de Justicia“Vendo felicidad desde mi cocina, es como comer fuera de casa, pero en Buen Pastor”
El apego que tienen las personas a la comida rápida fuera de casa, es el estrecho vínculo emocional que se repite en la mayoría de las mujeres privadas de libertad (MPL), siendo el motivo que animó a Claudia hace 9 meses a montar su cocina dentro del Buen Pastor y salir con Fast Food (comida rápida). Pizzas, hamburguesas, lomito árabe, papas fritas, empanadas y croquetas a su sazón es el menú que se repite a diario y no falla en venderse tan rápido como esté listo. “Yo vendo felicidad desde mi cocina, es como comer fuera de casa, pero en Buen Pastor”, empieza diciendo Claudia que nota que el tiempo que están comiendo sus clientas, ni se acuerdan que están sin libertad porque era lo que habituaban hacer afuera.
Para ella, la jornada arranca a las 7 y no para. Su primera actividad del día es chequear los insumos de alimentos que le llegan por encomienda para el preparado de comidas. Hay que agregar que existen otras tantas opciones de platos sabrosos que salen humeantes de las manos de Claudia, tanto que cuesta decidirse por uno en los tres turnos de la rutina. Le acompaña un equipo, con una asistente y una encargada de repartición.
Para el desayuno y media mañana hay café, mixto con jugo de durazno y, empanadas de pollo y carne. Mientras, a cocción lenta van despidiendo aromas para el almuerzo, strogonoff de pollo con arroz frito, guiso de arroz o fideos, borí borí de pollo, peceto relleno o puchero bien paraguayo. Lo del fast food se pide más de tarde, aunque no faltan los caprichos de solicitar picaditas de chorizos, papa fritas y milanesitas. El día de visitas es el más esperado, porque es el momento de probar un buen bocado de asado o pastas.
Claudia, tiene una gran pasión por la cocina y está concediendo todo su tiempo a la reinserción social, habiendo recibido el reconocimiento de profesores del Instituto de Gastronomía (IGA) en el curso que aprobó como parte de los programas implementados por el Ministerio de Justicia. Esto, sumado a su experiencia en el bar copetín en que trabajó junto a su madre aquí y un restaurante en Barcelona, España, donde vivió 9 años.
Construir sus desafíos y reinventarse hacen parte de los sueños de Claudia que dejan atrás su paso por las agencias publicitarias y el negocio de la moda, apuntando a un futuro en libertad para recuperar a su hijo Renzo (14), encontrar una pareja y hacer gala de buena comida en su propio bar/bistró, quizá en Paraguay, quizá en España.
Fuente Ministerio de Justicia
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