La VoZ digital | Después de Bolt, Jacobs se llevó el oro en los 100 metros

2021-08-01 | 09:05

JJOO

Después de Bolt, Jacobs se llevó el oro en los 100 metros
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Gentileza. Gentileza.
En el año 4 después de Usain Bolt, la primera final olímpica de los 100 metros escenificó el vacío que ha dejado la megaestrella jamaicana, que ahora acuna dos niños. El sentimiento lo incrementó la ausencia de público. El planeta estaba acostumbrado a 9 segundos escasos de carrera y un show que se prolongaba 45 minutos. Marcell Jacobs, el sorprendente ganador, se fue a su tifo envuelto en una bandera y completó la vuelta. Todo muy protocolario. Para y cuarto, 25 minutos después, ya estaba en las tripas del Estadio Olímpico.

Su mérito fue absoluto. Batió el récord de Europa por dos veces. 9.84 en las semifinales y 9.80 luego, para dejar sin el oro al estadounidense Fred Kerley (9.86) y el canadiense Andre de Grasse (9.90), que se perfilaba como favorito y que se durmió en los tacos (0.155), aunque no menos que el vencedor (0.161). Por primera vez desde Allan Wells, en Moscú 80, ayudado por el boicot estadounidense, ningún europeo había ganado los 100. Con todos en liza, desde Borzov, en Múnich 72. Incluso fue una centésima más rápido que Bolt en Río lo que aumenta su crédito

Una carrera rara.

Fue una carrera tan extraña como la que se celebró en este escenario como el Estadio Olímpico con la victoria por la calle 1 de Bob Hayes, el único deportista que ha ganado una medalla de oro y una Super Bowl. Cuando aún se cronometraba a mano apretando el botón con el pulgar.

Acostumbrados a presenciar un choque de bloques, jamaicanos contra estadounidenses, la falta de patrón hizo que acudieran siete países. De los herederos de Usain, ni rastro. Quedaron cortados en semifinales. Jamaica no subió al podio por primera vez desde 2004. Qué contraste con el triplete femenino. Para terminar de enrarecer el momento, Hughes, el británico que entrena Glen Mills, el viejo preparador de Bolt, se escapó antes del disparo y redujo la carrera a siete competidores.

 

Sin referencia a la que mirar, arrancó la carrera. Por descartes se vio que Baker no llegaba y Jacobs se vio delante a mitad de prueba. Faltaba saber si la curva de caída de velocidad iba a ser tendida lo suficiente para llegar a la meta o iba a ceder ante el empuje de Kerley y De Grasse. El italiano hijo de una emigrante que acabó en El Paso (Texas), que se enamoró de un jugador de baloncesto y dio a luz hace 26 años a un chico veloz que a los dos años regresó al Lago di Garda y corría por los pasillos, se había convertido en el hombre más envidiado del planeta boltiano que sigue siendo la velocidad. Se le echa de menos.

En el país de la religión de Pietro Mennea, otro italiano está al frente de la velocidad mundial. Semanas después de ganar la Eurocopa. Definitivamente, Dios es italiano.

 

 

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