La VoZ digital | Maltratos pueden modificar estructura y funciones cerebrales en la niñez

2022-09-05 | 09:39

Salud

Maltratos pueden modificar estructura y funciones cerebrales en la niñez
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Las víctimas de maltrato durante esta etapa soportan secuelas emocionales toda la vida. La interacción que los padres tienen con sus hijos genera cambios estructurales y funcionales en el cerebro de los niños. Prestemos atención a ciertas señales que presentan quienes sufren diferentes formas de maltrato, y sepamos qué hacer para ayudarles.

La “educación o corrección” con base en agresiones físicas y psicológicas y, por otro lado, la sobreprotección, así como la negligencia en los cuidados, propician que los niños y adolescentes no aprendan a desarrollar sus recursos personales para enfrentar el mundo, según comenta la Lic. Zunilda Zaracho, psicóloga del hospital general pediátrico “Niños de Acosta Ñu”.

La profesional menciona que las víctimas de abuso durante la niñez y/o adolescencia, por lo general, tienden a sentirse temerosas y ansiosas, o fácilmente descontroladas en su estado de ánimo, pueden pasar de una tranquilidad a una explosión de ira o llanto desconsolado por mínimas cosas que le ocurren y que le disgustan. Son más propensas a repetir ciclos durante la vida adulta, por ejemplo, involucrarse en relaciones abusivas o volverse abusivas. Tienen mayor riesgo de padecer problemas relacionados a la salud mental, como depresión y ansiedad; o a la salud física, como desarrollar diabetes, obesidad, cardiopatías u otros problemas.

Los pequeños en edad preescolar pueden volver a mojar la cama, chuparse el dedo o llorar con más frecuencia. Pueden mostrar signos de terror y ansiedad severa de separación, ocultarse, tartamudear y desarrollar problemas para dormir.

Quienes se encuentran en edad escolar, en muchas ocasiones, pueden sentirse culpables por el abuso que sufrieron. Es posible que no participen en las actividades escolares, obtengan malas calificaciones (es conocido que el indicador más fiable de depresión infantil es el descenso de las notas), tengan menos ganas de relacionarse con los amigos y se metan en problemas con más frecuencia. Pueden sufrir más dolores de cabeza y estómago, o sea, tener síntomas físicos sin causa específica que pueda ser encontrada por los pediatras en estudios auxiliares.

En cuanto al comportamiento de los adolescentes, pueden actuar de manera negativa, como pelear con familiares, faltar al colegio, mantener relaciones sexuales indiscriminadas y sin protección e incurrir en el consumo de drogas o alcohol. Es posible que tengan baja autoestima y no puedan hacer amigos con facilidad. Posiblemente, comiencen peleas y/o acosen a otras personas.

La violencia tiene varias caras y, entre las más frecuentes, la física, la psicológica y la sexual; también las de género, conyugal y económica. La violencia siempre es una forma de ejercer el poder de dominio, mediante el empleo de la fuerza del que se “cree” superior sobre aquel designado como inferior.

• Violencia física: lesiones, golpes, pellizcos, empujones y cualquier maltrato hacia el cuerpo.

• Violencia psicológica: insultos o comentarios de desvalorización, lo que puede tener como consecuencia estrés crónico, baja autoestima, disminución de la sensación de defensa.

• Violencia sexual: acción de forzar a la persona para que lleve a cabo o reciba conductas sexuales que no desea.

• Violencia por negligencia en el cuidado: consiste en no satisfacer las necesidades básicas de los niños.

El éxito que tenga un niño a la hora de recuperarse del abuso o el trauma depende de varios factores. La Lic. Zaracho indica que es probable que los niños nunca olviden lo que vieron o experimentaron durante el abuso, pero pueden aprender maneras saludables de lidiar con sus emociones y recuerdos. “Cuanto antes reciba ayuda, mayores serán los beneficios”, remarca.

En ese sentido, la profesional ofrece algunas recomendaciones de abordaje con una víctima de abuso o maltrato:

• Ayúdalo a sentirse seguro.

• Háblale sobre sus miedos. Hazle saber que no es su culpa ni la tuya.

• Háblale sobre las relaciones saludables.

• Háblale sobre los límites, que nadie tiene derecho a tocarlo o incomodarlo, inclusive miembros de la familia, maestros, entrenadores u otras figuras de autoridad.

• Ayúdalo a encontrar un sistema de apoyo confiable. Un consejero escolar, terapeuta u otro adulto de confianza puede ofrecerle apoyo continuo.

• Consíguele ayuda profesional. El terapeuta trabajará con el niño o adolescente para convertir los pensamientos negativos en positivos. También ayudará a aprender maneras saludables de lidiar con el estrés.

 

 

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