2017-03-23 | 21:29
AlbirrojaEste fue el equipo
Paraguay derrotó 2-1 a Ecuador en el partido que los enfrentó por la fecha 13 de las Eliminatorias Rusia 2018.
Más allá de la lesión de Juan Patiño que estaba para ser titular pero fue baja de último momento, Chiqui hizo un cambio táctico en su línea defensiva, compuesta netamente por centrales de oficio, y metió mano al orden estratégico, suplantando a Patiño por Verón, y cambiando de posiciones a este con Bruno Valdéz, poniéndolo a este último como lateral derecho, posición que no desconoce, y el ex Cerro Porteño, no defraudó, y mucho menos Darío Verón, que se mostró soberbio en defensa.
Una línea defensiva compuesta en su totalidad por centrales naturales, pero que por ímpetu y entrega, saben pasar al ataque. 4 tozudos hombres en la última línea que son difíciles de dejar atrás por su envergadura física, y a los dos que les tocaba jugar por los costados, era, por el mismo motivo, difícil plantarles cara cuando atropellaban el campo contrario.
Y justamente, esos dos grandotes dispuestos a jugar de laterales, le dieron la alegría al pueblo paraguayo.
La pareja de centrales, Paulo Da Silva y Darío Verón, a pesar de ser bastante experimentados, no sufrieron sino cuando los externos ecuatorianos disparaban a toda velocidad atacando los vacíos que dejaba la Albirroja al desdoblarse en ofensiva.
Pero tanto Paulo, que disputó su partido número 146 defendiendo a la Selección, como Darío que volvía después de mucho tiempo, impusieron su jerarquía y experiencia para defender la portería guaraní, custodiada por Anthony Silva, que, cuando fue exigido, respondió.
Da Silva no es raro que sea punto alto en cuanto al rendimiento de la selección, siempre está presto para ser el último soldado de pie. Pero, el que fue ovacionado, fue Verón, que en el pasado, había tenido una pelea con Arce justamente, porque este, quiso cambiarle la posición y ponerlo por derecha. Hoy demostró, que su lugar es el centro de la saga.
En el medio, tal y como lo suponíamos, Topo parado frente a los centrales y Riveros y Almirón a sus costados, para darle ese toque de desboble, creación y entrega al mediocampo, ya que lo que Topo no tiene de velocidad ni de juego con balón, lo compensa con la recuperación y la marca.
Riveros, fue el que hizo el trabajo duro. Le correspondía ensuciarse yendo a suelo siempre, intentando dejar a "Maikel" Almirón de frente a la pelota, para darle creación, vértigo y verticalidad a la salida albirroja. El plan, no falló.
Por fuera como falsos internos, Iturbe y Domínguez, que molestaban siempre a los laterales ecuatorianos e intentaron siempre salir cual cohetes hacia el área rival. Iturbe, con dos o tres corridas, entusiasmó al público presente que empezó a apoyar, y así, a jugar su partido.
Pero el que puso de pie a todos en más de una oportunidad, fue Cecilio, cuyas gambetas, se tornaban indescifrables por momentos para la saga ecuatoriana, que tuvo que recurrir en más de una ocasión a las faltas para intentar frenarlo.
Y arriba, solo en punta, Darío Lezcano, que era el primer obstáculo para la primera pelota del equipo de Quinteros. El "motochorro",apodado así por Derlis González, corrió las que pudo. Es cierto que falló en más de una intervención, pero hay que recordar, que nunca jugó a nivel profesional en Sudamérica, por lo tanro, desconoce un poco el roce tradicional de estos partidos. Además, en su club en Alemania, no es el referente de área, por lo que juega con la posibilidad de arrancar un poco más abajo, pero sin el desgaste previo de ser el que siempre vaya a ensuciar la salida contraria.
Los hombres de refresco, no lo hicieron nada mal. Hicieron honor a esta expresión y brindaron nuevos aires al conjunto albirrojo.
Esta vez, nadie puede quejarse del Chiqui y su "manía" de esperar demasiado para hacer los cambios. Federico Santander, Hernán Perez y Richard Ortíz, ingresaron en los momentos justos cada uno.
El cambio de Santander por Lezcano, era cantado. Darío corrió muchas pelotas, incluso sin sentido a veces, con tal de ensuciar un poco la salida visitante. El ingreso del Ropero, le dio nuevos aires a esa primera piedra que Paraguay le ponía en el camino a Ecuador, y a esto hay que añadirle, lo correcto que se mostró el ex Guaraní con la pelota. Siempre atento, siempre disputando, poniendo el físico, saltando con los centrales... Santander demostró que está en excelente forma física y que su tamaño, no le pesa ni le dificulta tratar bien a la "caprichosa".
Hernán Pérez entró y a lo suyo siempre, ser una preocupación para el fondo debido a su explosiva velocidad. Iturbe lo hizo bien durante el primer tiempo y parte del segundo, pero el jugador del Espanyol, ingresó cuando había que entrar y romper lo que sea con tal de meter la pelota al área. El extremo por derecha no resaltó, pero siempre tuvo a uno o dos hombres encima para anularlo del juego, lo cual, limpiaba el camino para los demás hombres guaraníes.
Richard Ortíz por Víctor Cáceres, la última variante del partido para Paraguay fue, curiosamente, la que más participó. Víctor demostró que haber emigrado a una liga de menor categoría como la catarí, no le supuso un gran cambio en su estilo ni en su despliegue. Bien sabido es que no es el mejor con la pelota, pero su entrega es innegable. Inclusive en una ocasión realizó una corrida de fácilmente 40 metros con la pelota al pie. Es cierto que terminó mal la jugada, pero no lo pudieron parar, e hizo salir un poco a las líneas paraguayas.
Salió extenuado, y su recambio, fue Richard Ortíz. El zurdo polivalente que en el pasado nos había asustado a todos por salir del campo de juego llorando de dolor, justamente en un partido contra Ecuador. El volante olimpista había sufrido aquella tan recordada lesión en la rodilla ocasionada por Antonio Valencia, dolencia que lo alejó de las canchas por casi un año. Pero hoy, rompió la mufa y se asentó en el medio, brindándole a Cristian Riveros un nuevo apoyo en el medio sector, además de haber ingresado con chapa nueva, lo que le valió unos cuantos perdones a la hora de pitar las faltas cometidas. Ortíz metió, entró, pegó y jugó, cosas que el paraguayo, jamás va a dejar de apreciar.
La figura del partido: Cecilio Domínguez.
A pesar del desempeño a nivel colectivo un tanto inconcluso, la Albirró ganó a lo Albirró, y eso, se rescata. La fusión de lo nuestro con el gusto del Chiqui por los jugadores que saben con el balón, es cierto que aún no se ha logrado nada. Pero ganando, uno aguarda más confiado los partidos que quedan por delante, y, además, no se puede negar el efecto positivo que tiene la Selección en los paraguayos. Nos une como hinchas, como nación; como hermanos.
Fotos: Prensa APF
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