Regularización de barrios populares debe ir de la mano con un proceso social, afirma arquitecto
El barrio San Francisco, se encuentra nuevamente en el centro del debate público tras el asesinato de un joven delivery en ese lugar. El arquitecto Jonny Alvarenga analizó los problemas estructurales que enfrenta este asentamiento, diseñado como un «barrio modelo» para reubicar a familias de escasos recursos, pero que lidia con problemas sociales como la inseguridad, la fragmentación comunitaria, el microtráfico y más.
Desde su inauguración en 2016, el proyecto de este complejo ha enfrentado críticas por su enfoque de «trasplante poblacional». Este término, utilizado por Alvarenga, se refiere al traslado masivo de familias sin un acompañamiento social adecuado que garantice su integración y el mantenimiento de sus redes de apoyo económico y social. Según el arquitecto, este proceso dejó a las familias desarraigadas, enfrentadas a un entorno desconocido donde la desconfianza y la falta de cohesión comunitaria se convirtieron en la norma.
Alvarenga destacó los errores fundamentales en la planificación del barrio San Francisco. “Un conjunto de esa envergadura, de esas características y traslado de familias en ese volumen y en ese tiempo, sin un proceso social que garantice el conservar las redes de contención de apoyo económico, esas redes las veíamos en riesgo y es lo que sucedió”, explicó.
Señaló que las familias reubicadas no se conocían entre sí antes del traslado, lo que generó un ambiente de desconfianza desde el inicio. “Las familias que se mudaron ahí no se conocían, se conocieron ahí, con mucha desconfianza y todo lo que sucedió a partir de ese momento”, agregó. Esta falta de cohesión social ha dado lugar a problemas graves, como la fragmentación de la comunidad, evidenciada por la existencia de tres comisiones vecinales enfrentadas entre sí, y la proliferación de redes de microtráfico en la zona.
El arquitecto también subrayó que el traslado alejó a las familias de sus fuentes de trabajo habituales. “Trasladar todas esas familias lejos de sus lugares de subsistencia habitual, de las fuentes de trabajo cercanas, porque de donde vinieron tenían su lugar de trabajo a camina, a distancia a pie y obviamente el resultado es esto”, lamentó. Este desarraigo económico ha contribuido a la inestabilidad social del barrio, agravando problemas como la pobreza y la delincuencia.
“Ahí lo que no se construyó fue comunidad, si hay casas, pero creemos que no se llegó a construir comunidad”, afirmó. Según el experto, resolver los problemas de los barrios populares, como la informalidad o la falta de pertenencia, requiere un acompañamiento social que no estuvo presente en el proyecto.
Alvarenga abogó por la implementación de la “producción social del hábitat”, un concepto que implica que las propias comunidades participen activamente en la construcción de sus viviendas y entornos, utilizando sus capacidades y conocimientos.
“Es importante tener presente el concepto y la dimensión de lo que significa la producción social del hábitat, que no es otra cosa que la producción de vivienda, con las propias capacidades de los barrios”, explicó.
Sin embargo, advirtió que este enfoque requiere una apertura al diálogo por parte de los decisores políticos y una voluntad de incluir a la ciudadanía y la academia en la búsqueda de soluciones.
