Caso Fernanda Benítez: Armando Silva, padre del presento autor, se ausentó miércoles y jueves, y el viernes pidió bidón de la penitenciaría para comprar gasolina
El asesinato de Fernanda Benítez, de 17 años, conmovió a Coronel Oviedo y reveló grietas profundas en la investigación encabezada por la fiscal Gladys Torales. Según la fiscal, “no existen elementos” que incriminen a los padres del principal sospechoso, compañero de Fernanda.
Relato cronológico: el viaje del martes y el móvil retenido
El lunes 26 de mayo, Armando Silva, padre del principal sospechoso del asesinato de María Fernanda, y chofer del móvil de traslados de la Penitenciaría Regional, realizó un viaje a Ciudad del Este junto a otros cinco agentes, trasladando a internos para audiencias judiciales. Al día siguiente, martes 27 —día en que Fernanda desapareció— Silva volvió a viajar, esta vez a Caaguazú, a 45 km de Coronel Oviedo, junto a otros cinco agentes y siete internos.
Al regresar de Caaguazú, entregó a los internos y a sus compañeros de trabajo en la penitenciaría, pero no devolvió el móvil institucional. Alegó que lo llevaría a un taller para ajustes mecánicos. Desde entonces, retuvo el vehículo oficial durante el resto de la tarde, la noche y la madrugada del miércoles. Lo devolvió recién a las 05:30 horas del día siguiente, pero no se quedó a trabajar; se retiró alegando motivos personales.
El miércoles y jueves sin presentarse al trabajo
Según los registros de designaciones, el miércoles 28 y el jueves 29 de mayo Silva no se presentó a trabajar. En su reemplazo, fue designado Oscar Ayala para cubrir el servicio de chofer. Esta ausencia coincide con los días críticos de búsqueda de Fernanda, mientras la comunidad entera la buscaba desesperadamente.
El viernes del bidón y la gasolina
El viernes 30, Silva llegó a la penitenciaría a las 06:55 horas, permaneció brevemente y luego se marchó en su vehículo particular. A las 08:30 horas, llamó a un compañero para pedirle que le acerque un bidón de la penitenciaría para cargar gasolina en la estación de servicio de la rotonda principal de Coronel Oviedo. ¿Por qué pedir un bidón de la penitenciaría y no usar uno disponible en cualquier estación de servicio? ¿Dónde llevó finalmente ese bidón con gasolina? ¿Qué hizo con él?
¿Por qué la fiscalía calla?
La fiscal Gladys Torales no ordenó la incautación de teléfonos, ni tomó declaraciones documentadas de los padres, ni dispuso medidas de seguridad para impedir la obstrucción de la investigación o una eventual fuga. Se limitó a repetir que “no existen elementos” para imputarlos.
