Monseñor reflexiona sobre la realidad social, económica y política del país
En el marco del novenario en honor a la Virgen de Caacupé, el monseñor Mario Melanio Medina reflexionó con firmeza sobre la realidad social, económica y política del país, invitando a los fieles a renovar la conciencia cívica, la solidaridad y el compromiso con el bien común.
El religioso inició la celebración recordando que todos los poderes, económico, político, social e intelectual, deben estar al servicio del ser humano.
A su vez, subrayó la importancia de que las familias, comunidades y autoridades vivan su responsabilidad desde la justicia, la compasión y la misericordia.
La economía y el destino común de los bienes
Mons. Medina retomó enseñanzas del Concilio Vaticano II y de la Doctrina Social de la Iglesia, afirmando que “la evangelización no sería completa si no tuviera en cuenta la vida concreta, personal y social del hombre”.
En ese sentido, señaló que la economía debe responder al destino universal de los bienes, creado por Dios para todos, y denunció las situaciones donde ese principio se ve vulnerado:
Desalojos y despojos de campesinos e indígenas, a pesar de la abundancia de tierra disponible. Asimismo, citó las inequidades salariales y precariedad en el sistema de salud, especialmente respecto al personal de blanco.
De igual manera, se refirió a la corrupción, evasión y mal uso de recursos públicos, que afectan directamente al pueblo más vulnerable. Como también a la mafia de los pagarés, que atrapa a familias enteras en deudas impagables y situaciones desesperantes.
El monseñor reconoció la falta de políticas públicas efectivas, especialmente en educación, acceso a servicios esenciales y acompañamiento a los sectores más necesitados. “Cuando falta la economía aparece el sufrimiento. Y ese sufrimiento clama al cielo”, expresó.
En otro punto, el obispo advirtió sobre la pérdida del bien común y la debilitación de la ética laboral y ciudadana.
Señaló que muchas de estas situaciones revelan la ausencia del Estado allí donde debería estar, y llamó a mirar con responsabilidad el momento político que vive el país.
Por otra parte, reafirmó el compromiso de la Iglesia con la defensa de la vida, la dignidad humana y los derechos sociales, destacando el trabajo de los organismos pastorales y comunidades que acompañan a los sectores más vulnerables.
Finalmente, pidió a la Virgen de Caacupé que ilumine la conciencia del pueblo paraguayo, especialmente de los jóvenes, para promover una economía más humana, solidaria y centrada en la dignidad de cada persona.
